sábado, 22 de agosto de 2009

Con ligera obsesión
Para Rogelio

Esa noche te vi en la puerta vestido de blanco. Aún recuerdo tu olor posional, tu olor a suave detergente, a hundido en cubeta de plástico. Te vi con playera blanca y pensé que te veías bien. Te veías claro y ligerito. Te veías más alejado de mí que nunca otra vez. Pasé derecho y ni siquiera te miré a los ojos. Esa noche te vi alejarte con una muchacha morena, morena como las que te llevas por ese otro paso a Copilco, como las que no llegas ni siquiera a amar. La llevabas del cuello, como llevas a las que quieres sólo por un rato; morenas de una noche, morenas que sólo besas. A las de cara amarilla las amas o las desprecias, como me despreciaste a mí. Por eso creo que las mujeres negras son las más hermosas: jamás llegarías a llevarte a una de ellas por el pasillo que lleva al metro, son muy carne, muy alma y belleza para alguien como tú, para alguien que besa con labios gruesos, con aliento a café y cientos, cientos de desvelos amargos...

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